viernes, 11 de diciembre de 2009

DESARROLLE UNA FAMILIA FUERTE

Llegó sin previo aviso. Me encontraba en el trabajo cuando se me
ocurrió mirar por la ventana; el hermoso cielo azul que había admirado
hacía unos minutos ahora estaba lleno de una nubes negras que no
auguraban nada bueno. En un instante más comenzó a llover a cántaros
y, a continuación, un feroz viento hizo su aparición doblando a los
árboles hasta un ángulo que parecía imposible. Entonces chilló la
sirena de tornados. Salimos como pudimos de los escritorios y buscamos
refugio; muchos nos acurrucamos debajo de un hueco de la escalera de
concreto que estaba en el sótano. La radio confirmó nuestro mayor
temor: el tornado se dirigía hacia nosotros.
Mientras las ráfagas de viento de más de 190 km/h rompían vidrios y
hacían temblar las paredes, varios de nosotros nos pusimos a orar.
Pensé en mi familia y oré para que estuvieran a salvo (más tarde
descubrí que el tornado pasó a menos de tres cuadras de nuestra casa).
Luego de cinco angustiosos minutos, el viento cedió y el sol volvió a
brillar. ¡Sobrevivimos! Gracias a Dios, nadie se hirió.
Salí para ver los daños. El tornado tocó suelo a solo ciento sesenta
metros arrancando varios pinos enormes antes de saltar por encima de
nuestro edificio de oficinas y arrancar de raíz más pinos inmensos. Me
sorprendió ver que las raíces de los árboles arrancados no eran tan
grandes. Luego, no lejos de allí, ví un antiguo y majestuoso roble que
parecía casi intacto. Solo tenía algunas ramas rotas.
Tiempo después me enteré que los pinos en nuestra región tienen un
sistema de raíces superficiales, de ahí que muchas de esas imponentes
bellezas verdes se convirtieran en leña. Sin embargo, el sistema de
raíces de un roble se sumerge a lo profundo de la tierra y esto le
permite resistir incluso la furia de un tornado.

HUNDE TUS RAICES
Las raíces fueron el elemento decisivo. ¿Qué clase de sistema de
raíces espirituales necesita una familia cristiana saludable? Si
queremos llevar adelante un liderazgo inconmovible en la familia, esa
de fortaleza que resiste a los tornados de la vida, necesitamos raíces
espirituales como las del roble. La mejor manera de asegurar la
presencia de raíces tan profundas es cerciorarse antes de que los
padres se estén convirtiendo en “robles de justicia” (Isaías 61:3).
Los padres deben crecer en su fe y deben convertirse en robustos
discípulos de Cristo.
Los seguidores de Cristo han entendido durante siglos la importancia
crítica de ciertas actividades espirituales que marcan la vida de un
discípulo que crece. Mencionaremos tres actividades básicas, aunque no
es menos cierto que existen más. Si tan solo priorizaras estas tres,
desarrollarás un sistema de raíces que resistirán las tormentas de la
vida y te convertirán a ti y a tu cónyuge en líderes firmes de su
familia.

Una experiencia personal diaria con Jesucristo

Para que crezcas y llegues a ser todo lo que Dios tenía en mente al
crearte, debes someterte a Jesucristo como señor, amo y autor de tu
vida. La travesía espiritual de seguirle no consiste en una lista de
cosas que debemos hacer y que no debemos hacer, sino más bien en un
encuentro momento a momento con Jesús. El crecimiento tiene lugar en
nuestras vidas en la medida que nos sometemos a Él, que caminamos con
Él por fe y le obedecemos.
Lo que sigue no es una lista de control, sino más bien son disciplinas
espirituales de probada eficacia que nos ayudan a crecer como
seguidores de Cristo. Tú decidirás de qué manera vas a ponerlas en
práctica, pero si lo haces, estos puntos básicos transformarán con el
tiempo a un “bebé cristiano” en un seguidor de Cristo maduro.
Oración: Una buena comunicación es la clave para cualquier relación
floreciente.
Estudio bíblico: La Escritura es el manual del fabricante para nuestra
vida cristiana.
Adoración: Se nos manda que adoremos a Dios de manera individual y
colectiva.
Dar y servir: Somos mayordomos de muchos recursos personales,
materiales y financieros.
Comunión: No desaproveches el inmenso beneficio de ser cristiano: una
conexión dentro del cuerpo de Cristo.
Testimonio: Tenemos la tarea de actuar en nombre de Jesús para
reconciliar al perdido con Dios.

Verdaderos amigos
Por lo general, el crecimiento espiritual tiene lugar en el contexto
de las relaciones. Todos necesitamos tener a alguien cerca, no solo
para disfrutar de la amistad y la comunión, sino también para cosechar
los beneficios de rendirle cuentas a esa persona.

Vida auténtica
La verdadera vida comienza en el hogar. El lugar en el que es más
difícil ser un seguidor de Cristo diario y constante es la propia
casa. Cuando estás en casa, rodeado de un cónyuge que te conoce bien y
de varios discipulitos que observan con mucha atención cada una de las
palabras y cada uno de tus movimientos, es difícil mantener una
fachada durante mucho tiempo. Y no debieras hacerlo. Si tienes una
relación vital con Jesucristo, manifiéstala viviendo de la manera más
sincera y consecuente posible. Dios se ocupará del resto.
Invierte el tiempo y la energía necesarios para ser como “un árbol
plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no
teme que llegue el calor. En época de sequía no se angustia, y nunca
deja de dar fruto”. (Jeremías 17:8)
¿No es eso lo que todos buscamos? Deseamos una familia de “árboles”
fructíferos que florezcan pase lo que pase.

Este artículo ha sido tomado del libro:
Diez secretos para desarrollar una familia fuerte por Dennis y Bárbara
Rainey

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