ELECCIONES VALIENTES
Cada vez que pienso en preparar a nuestros hijos para hacer elecciones
valientes, dos personas vienen a mi mente, Jerry y Cheryl, son padres
de tres hermosas niñas.
Sus hijas han sido receptoras de un ambiente espiritual de amor y
estabilidad. Pero a pesar de toda la buena enseñanza y comprensión del
amor y la seguridad, Jerry y Cheryl sabían que sin valentía, sus hijas
podrían caer fácilmente bajo las presiones externas.
En la época en que su hija mayor, Shelly, se convirtió en una hermosa
jovencita, decidieron hacer algo memorable para ayudarla a mantener su
valentía. Para ellos fue fácil elaborar un plan, porque sabían los
rasgos de carácter que intentaban alentar.
Tomaron algunas joyas de oro y las hicieron fundir, dándole forma de
llave y la colocaron en una cadena. Lavaron el auto, mandaron a la
tintorería un traje de Jerry y compraron un ramillete sencillo.
Luego Jerry llevó a su hija a la primera cita de “adulta”. Disfrutaron
una cena elegante en uno de los restaurantes más bonitos de la ciudad.
Durante la cena Jerry le habló a Shelly acerca de la valentía que iba
a necesitar para mantenerse moralmente pura. Cuando les sirvieron el
postre, Jerry extrajo la cajita con el collar envuelto para regalo.
Pero antes que se lo pusiera, le explicó su significado.
El oro significaba su pureza y la llave la entrada a su corazón. Lo
usaría como un recordatorio de la pureza moral con la que Dios quería
que llegara a su luna de miel. Cada vez que saliese con un muchacho y
estuviese tentada a comprometer su pureza, esta llave de oro alrededor
de su cuello, le recordaría la visión de Dios del matrimonio. Entonces
en su noche de bodas, se lo podría quitar y entregárselo a su marido.
Así le haría saber que se había conservado pura como un regalo para
él.
Tal vez sea por eso que quiero tanto a Jerry y Cheryll. Ellos
comprendieron que la valentía no es fácil; pero a pesar de su costo,
debe ser trasmitida a los hijos.
UNA BUENA LECCIÓN
El joven estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un
profesor a quien los alumnos consideraban su amigo, debido a su bondad
para quienes seguían sus instrucciones. Mientras caminaban, vieron en
el camino una par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un
anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar
sus labores diarias.
El alumno dijo al profesor:
- Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de
esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre.
- Mi querido amigo –le dijo el profesor-, nunca tenemos que
divertirnos a expensas de los pobres. Tú eres rico y puedes darle una
alegría a este hombre. Coloca una moneda en cada zapato y luego nos
ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre.
Eso hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos. El hombre
pobre, terminó sus tareas, cruzó el terreno en busca de sus zapatos y
su abrigo. Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al
sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda.
Pasmado se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, la dio
vuelta y la volvió a mirar. Luego miró a su alrededor, para todos
lados, pero no se veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el
otro zapato, su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda. Sus
sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al
cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando
de su esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían pan y
que debido a una mano desconocida no morirían de hambre.
El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos
de lágrimas.
- Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si le hubieras
hecho una broma? .
El joven respondió:
- Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo
algo que antes no entendía: es mejor dar que recibir.
Este artículo ha sido tomado del libro:
Historia de aliento para el corazón de la familia por Alice Gray
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