viernes, 11 de diciembre de 2009

¿Sabes escuchar con el corazón?-GARY SMALLEY

La importancia de la comunicación emocional. “Los pensamientos humanos
son aguas profundas; el que es inteligente los capta
fácilmente” (Proverbios 20:5).

Gary Smalley
¿Quieres conocer uno de los mitos especialmente desagradables que
impide a muchas personas experimentar los enormes beneficios de una
comunicación eficaz?
En algún momento a lo largo del camino esas personas se convencen de
que la verdadera comunicación se logra una vez que entienden las
palabras de la otra persona. Creen que la comunicación eficaz equivale
a la comprensión precisa de las palabras y las frases que escuchan.

En realidad, la buena comunicación es mucho más que eso. La verdadera
comunicación por lo general se alcanza cuando cada una de las personas
comprende las emociones que están por debajo de las palabras que se
dijeron. Por lo general la gente se siente más comprendida, cuidada y
vinculada, cuando la comunicación enfoca sus emociones y sentimientos,
en lugar de tomar en cuenta solamente sus palabras o pensamientos.

Esta es la magia de la comunicación eficaz. Nuestra meta debe ser ir
más allá de las palabras pronunciadas, y captar la pepita de oro
emocional que está por debajo de ellas. Es mucho más importante
descubrir y ocuparnos de las emociones que están por debajo, antes que
decir trivialidades sobre las palabras que escuchamos. Pregúntate lo
siguiente: “¿Cuál es el efecto emocional de esas palabras?” No
solamente: “¿Cuáles fueron las palabras que acabo de escuchar?”

Supongamos que una esposa dice:
– Creo que nuestros hijos no deben ir a una escuela pública. Me parece
que deberíamos educarlos en casa.
¿Qué quiso decir? Piensa atentamente en las dos oraciones. La mujer no
usó palabras “emocionales”, todas fueron palabras “racionales”. Si su
esposo responde:
– ¿De manera que piensas que nuestros hijos no deben ir a la escuela
pública?
El esposo en realidad no captó lo esencial Reflejó con precisión las
palabras que ella acaba de pronunciar, pero no tiene idea de su
verdadera preocupación.

¿Y si en cambio presta atención a las emociones que encierran esas
palabras? ¿Qué sucedería si él escuchara el corazón de su esposa:
“Estás diciendo que estás muy preocupada por nuestros hijos? ¡Ahora
sí!” Esta vez la entendió. Escuchó más que las palabras; escuchó los
sentimientos de su esposa, su verdadera preocupación. Percibió el
mensaje emocional: el temor que siente por sus hijos.

Muchas personas quedan atrapadas en la danza del miedo precisamente en
este punto. Usan palabras “racionales” para referirse a sus acciones,
en lugar de hablar acerca de sus sentimientos o de sus preocupaciones
más profundas. Quedan atascadas hasta que por fin aprenden a percibir
la pepita de oro emocional. Cuando descubren cómo ir más allá de los
pensamientos y las opiniones, y logran captar las emociones que están
por debajo, entonces se liberan. Alcanzan el nivel de los verdaderos
intereses y de la experiencia emocional profunda.
Tú me importas
Cuando hacemos un esfuerzo por encontrar la pepita emocional, decimos
a nuestros amigos, colegas, parientes: “Me interesa saber cómo
sientes. Tus emociones me importan”. Y cuando nuestros seres queridos
reciben este mensaje, sienten que los apreciamos de verdad. Se sienten
amados.

Cuando no comunicamos esto, la otra persona no se sentirá amada, aun
en el caso de que hayamos entendido las palabras que pronunció. La
comunicación se desgastará hasta detenerse.
Muchos de nosotros –en especial los varones– tenemos problemas con
esto. Los hombres acostumbramos a pensar de una manera lineal: nada de
irse por las ramas, hay que ir al grano. Queremos resolver un problema
y completar una tarea, no queremos ocuparnos de las emociones. Solo
nos preocupa encontrar la manera de “arreglar el asunto”.

Sin embargo, si no escuchamos ni respondemos a las emociones, toda la
ingeniería del mundo será incapaz de conducirnos hasta el verdadero
problema. Solo cuando logramos entender las emociones podemos
comenzar, de manera eficiente, con la tarea de resolver el problema.
El verdadero mensaje muchas veces está en las emociones que hay por
debajo de las palabras

La comunicación eficaz se resume en escuchar y hablar con el corazón.
Cuando alguien siente que sus emociones son comprendidas, percibe que
la otra persona se interesa por ella.
Es muy distinto de escuchar al otro con la mente, es decir, observando
únicamente el contenido de las palabras, sin prestar atención a las
emociones.
La meta de la comunicación eficaz es comprender el mensaje emocional
del que habla. Debes preguntarte: “¿Qué está sintiendo esta persona?”

Tomado del libro: El ADN de las relaciones de Gary Smalley puede
visitar www.librosadomicilio.com o www.karismaexpress.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario