viernes, 11 de diciembre de 2009

TU HIJOS SERAN LO QUE TU ERES

Hoy te comparto uno de los principios más importantes en la formación
de nuestros hijos. Un principio que aprendí hace años y que me
confronta con una realidad que no puedo evadir: mi responsabilidad
personal como padre de ser ejemplo.

Y es que tus hijos no serán en la vida lo que tu quieres y anhelas que
sean, sino serán exactamente el reflejo de lo que tú eres.

Si tu eres una persona perezosa, tus hijos seguramente lo serán.
Si tu acostumbras mentir, ellos también lo harán.
Si tu eres un hombre mujeriego e infiel, ten por seguro que ellos
serán como tú.
Si tu eres una mujer quejumbrosa, deberás esperar quejas constantes de
ellos.

Mas lo bueno también se reproduce:
Si tu eres una persona responsable, ellos también demostrarán
responsabilidad.
Si tu eres un trabajador esforzado, tus pequeños serán como tu.
Si tu acostumbras ser puntual, tus hijos serán puntuales.
Si tu buscas a Dios, seguramente que ellos seguirán tu ejemplo.

"Todo se reproduce según su género y según su especie", ese es el
principio universal.

Muchos padres cometemos el "inocente" error de creer que podemos
formar en nuestros pequeños hábitos y valores que nosotros no
prácticamos. Que engaño tan grande!

Y es que lo que el proceso de formación de un niño incluye tantos
factores que seguramente no alcanzamos a dimensionar cuánta influencia
buena o mala, tenemos sobre nuestros hijos. Mamá y papá deben tener
muy claro que los niños absorben como esponjas cada palabra que
decimos, cada mirada, cada gesto, cada acción y finalmente nos imitan.
Es una reproducción natural de nosotros mismos.

Así que no te esfuerces en querer que tu hijo sea de una forma
distinta a la que tu vives, porque finalmente tus hijos serán
exactamente lo que tú eres.

Talvez en este momento reacciones con asombro al encontrar la
explicación de porqué tu hijo es como es o actúa como actúa. Muchos
padres se sienten confrontados al igual que yo, al descubrir que lo
bueno y lo malo, se reproduce en ellos. Es como una especie de espejo,
en el cual te ves y que muchas veces desearías cambiar.

Así que, de aquí en adelante, si deseas una vida mejor para tus hijos,
debes comenzar por tí mismo. Reconociendo tu responsabilidad como
padre o madre por cambiar esos malos hábitos y transformarlos en
valores positivos que tus hijos imitarán.


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