viernes, 11 de diciembre de 2009

EL RETRATO DE UN HIJO IDEAL

Como en todo álbum familiar, no sería suficiente con tener sólo una
fotografía de tu hijo, se necesitan muchas… mientras más, mejor.
Necesitamos darnos el tiempo para disfrutar cada etapa de la vida de
nuestros hijos. No pasemos tan deprisa por el camino que no podamos
detenernos para disfrutar el perfume de una flor o la belleza de una
puesta de sol o la sonrisa de un hijo. Te voy a dar siete imágenes de
lo que yo considero que puede ser un hijo ideal:

Tu hijo y la Palabra

La leche materna es la que le ha dado al niño todos los nutrimentos
que necesita para crecer sano y fuerte. La vida de nuestros hijos, en
el sentido espiritual, depende de que tengan una correcta relación con
la Palabra de Dios. La Palabra ayudará a nuestros hijos a crecer, a
madurar y a ser hijos llenos de bondad, verdad, sinceridad,
generosidad y buenas palabras acerca de los demás.

Tu hijo y el Mundo

En la segunda foto vemos a un niño que ha crecido, si es niño se
parece mucho a su papá y está muy orgulloso, si es niña se parece
mucho a su mamá, lo cual quiere decir que es muy hermosa.Nuestros
hijos entienden que, antes que todo, son cristianos, son de Dios y
están muy orgullosos de serlo. Están destinados a vencer. El carácter,
la belleza y la gracia de Dios pueden ser implantados en nuestros
hijos.

Tu hijo y la Autoridad

Pueden andar por doquiera con libertad y confianza. El maligno no los
puede tocar. No viven bajo su autoridad sino bajo la autoridad del Rey
de reyes. Saben que la autoridad de Dios y la que él delega existen
para su protección y bendición y se someten a ella con gusto. Mientras
se mantienen bajo la protección de la autoridad de Dios, están
seguros.

Tu hijo y los Tratos Personales de Dios

Nuestros hijos saben que Dios los ama y que, a veces, Él los
disciplina porque los ama. También saben que sus padres los aman. A
veces, los padres sabios tienen que disciplinar, pero esto es fruto
del amor y tiene como propósito que los hijos tengan un fruto apacible
de justicia con gozo.

Tu hijo y el Plan de Dios

Nuestros hijos saben que están en este mundo con un propósito. Su vida
no es un accidente, no vagan por el mundo sin saber a donde ir, sin
saber para qué están aquí. Ellos forman parte del plan eterno de Dios.
La siguiente pregunta que nuestros hijos tendrán que resolver es:

Tu hijo y Dios

Vemos a un hijo en brazos de su padre, vemos a un hijo caminando al
lado de su padre tomados de la mano, vemos a un hijo que ha crecido y
abraza a su padre con cariño y respeto. Hay entre ellos un vínculo muy
fuerte que se transmite en la fotografía. La relación personal entre
un hijo con su padre puede y debe ser muy fuerte. El padre conoce
profundamente a su hijo y conoce sus fortalezas y debilidades. El hijo
conoce a su padre, sabe perfectamente lo que le agrada, lo ama y lo
respeta.
La relación entre un hijo y un padre es una sombra de la relación de
un cristiano con Dios.

Tu hijo y la Gloria de Dios

Las últimas imágenes nos muestran los momentos cumbre de la vida de
nuestro hijo: Su graduación, su boda, o la ocasión cuando ganó un
premio a la excelencia en el trabajo. Son momentos gloriosos que
llenaron de satisfacción su corazón y el nuestro. No queremos para
nuestros hijos nada menos que la gloria de Dios. No sólo la gloria
futura cuando recibirán la herencia incorruptible en los cielos, sino
la gloria presente. Es hoy cuando ellos necesitan experimentar la
gloria de Dios en su diario vivir.

¡Qué glorioso es ser cristianos! ¡Qué privilegio para nuestros hijos
el representar en este mundo el poder y la gloria del nombre de
Cristo! Que nuestros hijos experimenten la gloria de su Palabra. Que
la Biblia no sea un libro muerto y árido, sino una Palabra viviente y
poderosa. Que al estar leyendo la Biblia, de pronto una palabra salte
de las páginas y sepan, sin lugar a dudas, que Dios les está hablando.
¿Cómo educaremos a los hijos, esos preciosos tesoros que él nos ha
encomendado? ¿Cómo viviremos cada momento si sabemos que Dios está
presente?

Este artículo ha sido tomado del libro:

Una familia conforme al corazón de Dios
por Jairo Carbajal Delgado

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